7/2/08

Videojuegos, el nuevo arte no reconocido

Con el motivo de celebrar y, de alguna manera, resaltar los rasgos que definen al videojuego como obra artistica,se decide editar este texto por partes, y esperamos su respuesta o comentario.

Intentar plantear la idea del videojuego como arte en una sociedad que aún relaciona este entretenimiento a un pasatiempo de niños o al adolescente encerrado en un cyber, es una tarea de suma dificultad. No porque los falsos preconceptos puedan modificar en algún modo la belleza artística con que se realizaron muchos juegos electrónicos, sino más bien por lo complicado que resulta romper con las falsas creencias colectivas para instaurar una realidad cada día más innegable.

Para analizar las variables audiovisuales que componen a este fenómeno es necesario presentarlas por separado, para así poder entender la majestuosidad con que se ha logrado trabajar en muchos casos, sin por eso subestimar el valor de las tramas argumentales ni el particular diseño de muchos personajes. Los códigos a interpretar son los mismos que en el cine, entendiendo que la jugabilidad, principal diferencia, es lo que le otorga su especialidad.
No hay que creer que es lo mismo jugar al predecesor “Pong”, que a una construcción mucha más elaborada como es el reciente “Elder Scroll 4”. Tampoco hay que pensar que los avances tecnológicos son garantía de resultado. Sin ir más lejos “Lufia” creado en el año 1993, es muy superior en cuanto a su diseño y narrativa que el “Superman 64”, de 1999. Por lo tanto, resulta imposible entender por separado sus variables, ya que después de todo una obra vale por su logro general y no por un determinado punto.



La historia

La trama argumental de un juego es el factor esencial por el que se continúa atrayendo a un público adulto hacia este tipo de entretenimientos. Mientras en un principio los objetivos no iban más allá de disparar a todo lo que se te cruzara, hoy tenemos guiones elaborados que transportan al jugador a través de variadas historias. Pero si bien en este caso no hablamos de una innovación (la saga “Dragon Quest” desde 1986 presenta emotivas y atrapantes líneas argumentales) hay que reconocer que actualmente podemos encontrarnos con maravillas como “Xenogears” (Playstation 1), donde entre la guerra, el amor, la psicología y la filosofía, se pueden apreciar profundas metáforas políticas y religiosas.
Dentro de la creación de este mundo virtual existe una historia tan profunda que no es difícil conmoverse con los personajes o emocionarse con la evolución del argumento. Como en una cebolla, se van desprendiendo sus capas con las que vamos conociendo cada vez más la realidad que nos presentan sus creadores y donde cada pieza, personaje o acción encaja armoniosamente y con un claro sentido.
Si bien “Xenogears” puede ser jugado y disfrutado por cualquiera, para ser apreciado en su totalidad es necesario tener un saber previo que incluya teorías filosóficas, psicológicas y conocimientos generales sobre mitos y religión que nos permitirán sentirnos cómplices en la obra del autor. Allí encierra su genialidad, es un videojuego para todos pero al mismo tiempo, muy pocos llegan a apreciarlo en su totalidad.

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