7 PUNTOS
Una amistad melódica
Por Melody San Luis
Con mucho
humor y música, Días de vinilo se
presenta como una buena elección para reírse un rato entre amigos. Lejos de ser
pretenciosa, se introduce en el cine con una propuesta que está de moda en
estos últimos tiempos, como es el recuerdo. Situándose en el presente pero
haciendo un ida y vuelta con el pasado, nos cuenta la historia de cuatro amigos
que están unidos por la música. Ellos son: Damián, Marcelo, Luciano y Facundo. El
próximo casamiento de uno de ellos los hará reflexionar sobre la vida que están
llevando y las metas logradas hasta ese entonces. Siendo unos treintañeros se
plantea el dilema de lo que uno planea ser cuando se es joven y lo que resulta
con el paso del tiempo. Crecer y afrontar la vida que cada uno lleva también
será uno de los dilemas. Se encuentran de esta forma desafiando traumas y
comportamientos erróneos que parecían imposibles de superar.
La clave
por la que Días de vinilo es una
buena película está basada no tanto en los buenos actores, sino en el rol que
se le ha asignado a cada uno. De ahí que Emilia Attias resulta tolerable
gracias a un papel acorde a sus posibilidades, lo mismo que con Gastón Pauls. Pero
no por eso hay que negar que actores como Rafael Spregelburd y Fernán Mirás
resultan de lo más atractivos y realzan el film. El buen posicionamiento hace
que cada uno de los intérpretes desde su lugar sea gracioso y no se deposita en
una figura o dos los momentos de comedia. Aunque sí se da que el papel de
Leonardo Sbaraglia es pura y exclusivamente una parodia humorística sobre la
figura del actor estrella, con lo cual cada vez que hace una entrada lo que se
espera de él es otro más de sus disparatados pensamientos.
Los
encuentros de Damián (Pauls) con Vera (Inés Efrón) y las acciones que luego
realizan juntos por la pérdida del guión de cine que él escribió remiten en
múltiples aspectos a Todos contra Juan
(justamente el director de este film, Gabriel Nesci, es el mismo que hizo la
tira televisiva). Es entonces, el papel de Damián el de una persona un poco
frustrada y blanco de risa de quienes estuvieran a su lado.
Otro de los
temas importante para nombrar es la parodia que se realiza de los clichés del
cine, sobre todo en los recursos que se utilizan para mostrar al amor. Surge el
planteo de qué es realmente lo interesante para contar y cómo a veces lo muy
elevado termina siendo o cometiendo el pecado de ser pedante y poco
interesante.
Todo esto
de la mano de la música, hilo conductor de todo el film y sobre todo soporte de
la amistad de estos cuatro personajes. La elección y los cortes de diferentes
canciones que son gloriosas para gran cantidad de personas son un gran acierto,
ya que hacen disfrutar al oído y generan un sentimiento cómplice entre los
actores y el espectador. Es que Días de
vinilo es un film que busca permanentemente la complicidad del público. Y
por suerte la consigue.